viernes, 29 de enero de 2010

Antes de asumir

Nuevos aires empiezan a soplar por la Presidencia. Hoy el Tribunal Electoral declaró electo al candidato triunfador en las elecciones del 17 de enero.

La calma ha cubierto la arena política estas últimas dos semanas. Todo está en compás de espera, hasta la asunción del nuevo gobierno. A partir de ese punto, las pasiones volverán a rugir…

Aunque no es para engañarse, soterradamente, la política sigue en ebullición.

Tres puntos quiero destacar de estas semanas.

El primero, son los mensajes que, solapadamente, envía la derecha acerca de volver a la “democracia de los acuerdos”.

En la Cámara de diputados, la Alianza logra la mayoría juntándose con otras fuerzas. En el Senado, directamente, son minoría. Todas las leyes que el Gobierno quiera despachar, deben pasar por este filtro, obligatoriamente.

Hablar hoy de “democracia de los acuerdos” es tratar de arrastrar a la Concertación a un punto tal como devolverle la mano a la derecha, por todas aquellas leyes que apoyaron en tiempo de Aylwin. Es tratar que la Concertación en pos de este acuerdo, de luz verde a cuanto proyecto envíe el gobierno, sin entrar en profundidades. Es tratar de pasar por alto que son minoría en el Senado. Es ponerse el parche antes de la herida…

En pos de la verdad, la UDI tuvo un gran gesto hacia la Concertación cuando la Democracia Cristiana inscribió erróneamente sus candidatos a parlamentarios. El Congreso debió despachar, en forma urgente, todas las leyes necesarias para ampliar los plazos y así poder competir todos los partidos políticos. La Alianza concurrió con sus votos para solucionar un problema del cual no tenía arte ni parte. Longueira tuvo una destacada participación en pos de solucionarlo y, como corolario, le costó la presidencia de la DC a Ricardo Hormazábal…

Podemos mencionar otras leyes, tal vez no tan llamativas, pero que siempre contaron con la aprobación de los votos parlamentarios de la derecha.

Sin embargo, pese a toda la “democracia de los acuerdos”, la Alianza nunca prestó sus votos para aquellas leyes que pondrían en peligro su poder político. Varios proyectos para terminar el sistema binominal han sido presentados por los gobiernos concertacionistas. Todos fueron rechazados por la oposición. En este punto la “democracia de los acuerdos” no ha existido nunca, no se ha dado el brazo a torcer, ni siquiera el asunto se conversa.

El mismo camino siguió el proyecto del derecho a voto de los chilenos en el extranjero.

Tampoco prestó sus votos para la “píldora del día después”. Recurrió al Tribunal Constitucional e hizo todo lo posible para impedir dicha ley.

En otras palabras, la “democracia de los acuerdos” tenía un límite y bastante cercano…

¿Ese mismo límite, u otro más lejano, sigue vigente para la oposición que haga la Concertación o, por el contrario, en pos de los “acuerdos”, deben aprobarse todos los proyectos de ley con que el Gobierno entrante intentará marcar el paso?

Y esto nos lleva al segundo punto…

Al día siguiente de la elección presidencial, aparecieron dirigentes empresariales hablando de rebajar el salario mínimo y “flexibilizar el mercado laboral”.

Recordemos que cuando la derecha habla de “flexibilizar el mercado laboral” se refiere directamente, y sin ambages, al término de la indemnización por años de servicios, definida en el artículo 163 del Código del Trabajo.

Durante la campaña presidencial, el candidato de la Alianza siempre respondió el tema con evasivas y, hasta, donde pudieron, lo sacaron de la agenda. La Concertación y su candidato no tuvieron la fuerza para insistir en este tema, como punto débil de la candidatura que, a la postre, resultó ganadora.

Al día siguiente de la segunda vuelta, aparecieron conspicuos dirigentes gremiales empresariales lanzando dardos contra dicha indemnización. Con el transcurrir de los días, este clamor, que empezó tímidamente, ha ido tomando vuelo y ya se habla desembozadamente del tema.

Coinciden, los que se sienten con autoridad sobre el tema, que esta indemnización debe terminar, aumentando el seguro de cesantía que cubre a los trabajadores que quedan cesantes. Olvidan que ambas figuras son esencialmente distintas.

De hecho, parte del seguro de cesantía, lo paga el mismo trabajador y los subsidios son particularmente menores que cualquier indemnización. La indemnización, por su parte, es de cargo de la empresa, lo que molesta a los empresarios, sus montos son mayores y no se trata de un subsidio, sino una vuelta de mano por los años que el trabajador aportó al engrandecimiento de la empresa.

¿Cuándo el nuevo gobierno, presente este proyecto de “flexibilización laboral”, la Concertación, y en especial la DC, deberá dejarlo pasar, en atención a la “democracia de los acuerdos”?

Por último, como tercer punto, indiquemos que la última vez que se habló de fraude electoral, fue en las parlamentarias de marzo de 1973. Desde entonces, en ningún otro proceso eleccionario, incluido el plebiscito de 1988 y descartados la consulta de 1978 y el plebiscito de 1980, porque aunque tengamos sentido del humor debemos analizar en serio, no volvió a hablarse de fraude.

Recordemos que en la elección citada, la Confederación por la Democracia y la Unidad Popular llegaron prácticamente empatados al resultado final, con leve ventaja para la Confederación. La derecha alzó la voz diciendo que, el resultado final, sólo podía ser producto de fraudes por parte del gobierno de la época. Se presentaron escritos ante los tribunales de justicia para investigar estos hechos. Nunca se llegó a resultado alguno…

Pudimos leer en algunas entrevistas, a raíz de la última elección presidencial, declaraciones de nuevas figuras públicas reconociendo su miedo ante posibles fraudes en el resultado del 17 de enero.

Históricamente, en Chile, orgullosos de nuestra democracia representativa, nos reímos de aquellos procesos eleccionarios donde, al momento del escrutinio, se perdían votos, se robaban urnas o se atentaba contra los electores. Se trataba, sin duda, de repúblicas “bananeras”

¿Estaremos llegando a lo mismo en Chile?

lunes, 25 de enero de 2010

Todo un choque...

Figuraba yo detenido en una luz roja de Apoquindo, una primaveral tarde, poco antes que oscureciera.

Sin previo aviso, gran estruendo de choque de latas, vidrios rotos, una violenta sacudida, las cosas sobre los asientos caen al suelo y mi cabeza baila sobre el cuello. Seguido todo de gran silencio.

Claro, hice lo que habría hecho cualquiera. Bajé medio shockeado, a evaluar daños y discutir con el otro conductor. Focos rotos, tapabarro trasero derecho abollado (debe haber rebotado en el neumático, me digo), maleta descuadrada. Afortunadamente, el vidrio trasero y los laterales resistieron el impacto.

Doy vuelta hacia el otro auto. Al instante, se abre la puerta del conductor y se baja...se baja...se baja...

¿Cómo se los explico?

Coincidamos en lo siguiente: cuando uno descubre que las mujeres no son solo esos seres parlanchines y bulliciosos que visitan la casa para tomar once con la hermana, empieza a soñar con la niña ideal de su vida. La modela, le hace ajustes y, sobretodo, sueña con ella. La hace objeto de todos sus anhelos, ambiciones, expectativas. En la Universidad, gracias al mayor contacto con nuestras compañeras ampliamos el horizonte femenino y adquirimos más experiencia Así, el ideal adquiere características que antes ni siquiera imaginábamos. Rasgos, formas, conductas, tamaños, textura. Sólo queda rogar al Cielo que exista y encontrarla...

Bueno..., justamente ella bajó del otro automóvil.

Quedé embobado. No puede ser, existe..., Dios mío, existe...

Se acercó. Miró los daños de ambos vehículos y dijo que no me preocupara, que tenía seguro...Se movía con desplante, manejaba la situación. El pelo caía sobre los hombros. La cara parecía hecha para destacar esos ojos maravillosos, la nariz apenas respingada y esa sonrisa que me dio ánimos para levantarme, imaginándola, e ir a clases tantas, tantas mañanas...

Me costaba respirar. No pestañeaba. El corazón latía entre el cuello y los tobillos. ¿Articular palabra? . De adonde...

Calló... Imagino, esperando una respuesta mía. Pero era imposible...Sólo la miraba.

De improviso, llevó ambas manos a la cara y empezó a sollozar...Que va a decir el papá...(Soltera, creo que pensé), me va a retar... Seguía mirándola...



A poco, el llanto terminó. Se plantó frente a mí, La mirada me atravesó el cerebro, más allá de la nuca. Era unos 10 centímetros más baja. La cara mostraba la huella de las lágrimas. Sus brazos en jarra destacaban los hombros desnudos, que hubiera besado ahí mismo, la cintura y la curva de las caderas. La minifalda, sobre las rodillas, hacían ver piernas firmes y bien torneadas.

A esa altura, no podía cerrar mi boca, hilvanar un pensamiento, mirar hacia otro lado. No podía sacar los ojos de ella. Estupefacto, era incapaz de reacción alguna. Increíble. Cuantas noches me dormí pensando en ella. Imaginaba su cara como protagonista de algún libro o película. Deseaba su compañía en las puestas de sol en el mar, durante los veraneos o cuando escuchaba alguna canción romántica.

Ahora la tenía al frente, a escasos centímetros... Y estaba paralizado.

Frunció el ceño y empezó a hablar fuerte, casi gritando. Los hombres creíamos que manejaban mal, que yo pensaba echarle toda la culpa, que no iba a aguantarlo y, ¿sabís que más?, chao...

Dio, furiosa, media vuelta. El ruedo de su minifalda abofeteó mi cara. Subió al auto, cerró con un portazo, giró las ruedas y, rauda, salió por la otra pista. Dobló en la primera bocacalle que encontró y dejé de verla.

Las bocinas y gritos de los automóviles atascados por el mío, hicieron que volviera a la realidad. Subí al vehículo y partí a casa. No les cuento la sonajera que llevaba.

Evitaré entrar en detalle que pasó con mi familia. Sobretodo que en la emoción, no pregunté nombre, no anoté la patente, ni siquiera me fijé en la marca. Solo recuerdo que era de tamaño mediano y tal vez negro o azul.

Han pasado más de dos meses...Durante todo este tiempo, gracias a que mi mamá aceptó quedar de peatón, he manejado mirando a cuanto automóvil de tamaño mediano, negro o azul, pasa cerca. Me detengo en todos los estacionamientos públicos, en los malls, en la Universidad. Incluso, todos los días, media hora antes de la hora del choque, me paro en la misma esquina hasta que oscurece. Buscándola.

Mis amigos se ríen desembozadamente. Dicen que es puro cuento, que lo soñé. Y he llegado a pensar que efectivamente lo soñé, que no es cierto. Pero cuando recuerdo los comentarios de mi papá por la facturita que le pasó el garage, queda clarísimo que ella existe...

miércoles, 20 de enero de 2010

Arancel Universitario

Debido a un proceso de admisión especial, mi hijo Felipe de 20 años, quedó aceptado en Ingeniería Civil, en la Universidad Católica (PUC).

Presenté todos los papeles pertinentes y quedó matriculado como alumno regular. El derecho de matrícula fueron noventa y tres mil pesos.

La colegiatura anual, pagadera en 10 cuotas mensuales y sucesivas, asciende a cuatro millones y medio de pesos al año. O sea, cada cuota es de 450 mil pesos.

La PUC es una institución educativa que presta un servicio. Ella es dueña de cobrar por dichos servicios, lo que estime conveniente y puede considerar, para fijar los montos, las variables que estime conveniente conjugar. Es un derecho que nadie puede discutirle.

Sin embargo, creo que el problema va más allá y no afecta sólo a la PUC, también podríamos incluir a la Chile y aquellas otras universidades pertenecientes al Consejo de Rectores, que cuentan con una gran demanda de matrículas.

¿Qué pasa con los hijos de aquellas familias que no cuentan con recursos propios para financiar estos aranceles?

Existen becas y créditos, algunos más blandos que otros, además las casas de estudios premian a los mejores alumnos de cada promoción con porcentajes de rebaja. ¿Llegarán a ser, en el caso de las carreras más caras, los alumnos con beca o con crédito fiscal o bancario, una mayoría dentro de toda su escuela? Los más probable es que no.

¿Cómo podría acceder a una carrera, con los valores ya citados, de cualquier universidad, un alumno perteneciente a una familia cuyos ingresos sean menores que la cuota mensual del arancel? ¿Bastará con optar a una beca o algún crédito?

Me da miedo profundizar la respuesta. Temo que no me guste…

domingo, 10 de enero de 2010

La última semana

A una semana de la segunda vuelta de la elección presidencial, parafraseemos a Julio César y digamos: Alea jacta est…

No es dable pensar que aún queden electores dudando sobre que hacer con su voto. Y si quedaran, debe ser una cantidad mínima…

Quienes marcaron su voto a favor de Frei o Piñera, volverán a hacerlo. El problema, la duda, es que harán quienes marcaron a MEO como su preferencia.

¿Existirá una gran masa que se traspasará a Frei que le permitirá ganar a última hora, “por nariz”?. ¿O una masa crítica devendrá a la candidatura de la Alianza y permitiendo, en fallo fotográfico, ganar a Piñera?

Difícil saberlo. Recién el martes, se conocerá una encuesta a nivel nacional y realizada por una empresa cuya directora es simpatizante DC.

Otro fuerte sector del electorado, también, puede tener algo que decir: los indecisos, los que votaron en blanco o nulo. En la elección presidencial más reñida desde 1970, pueden sentirse, en segunda vuelta, a tomar una opción sobre algún candidato como “mal menor” o “por el cambio”. Y, en llegada estrecha, no se necesita un porcentaje muy alto de esos votos, para tener alguna ingerencia en el resultado final.

Paradojalmente, el único que votó por MEO y aún no compromete su voto, aún tratando de sacar alguna ventaja en la segunda vuelta, es él mismo. Falta de compromiso que no han mostrado sus partidarios, quienes, con mayor o menor dignidad, han optado por unas de las dos candidaturas en juego. ¿Cuáles son sus opciones? Primero, callar, si es que sabe hacerlo. Corre el riesgo que si la Concertación pierde, se transformará en el Cura de Catapilco del siglo XXI. Segundo, optar por la candidatura de derecha. Para esto, su vuelta de carnero debería ser mayor a la del senador ariqueño o del ex candidato a alcalde por Santiago y terminaría, codo a codo, con los partidarios del gobierno que asesinó a su padre. Tercero, si opta por Frei, debería ser su opción natural, y la Concertación no gana, quedaría demostrado, esta vez fehacientemente, que no tiene manejo alguno sobre sus electores…

¿Cómo entran mañana, ambos candidatos, al debate?

Piñera sabiendo que tiene, aparentemente, la opción más clara de ganar el domingo 17. No puede descuidarse y dejar un flanco expuesto a un ataque frontal de Frei que le pueda hacer tambalear su sitial. Difícil. Más probable es que sus puntos pendientes le jueguen en contra: Primero, los nervios, el error involuntario, el pánico escénico que ya ha mostrado y que le lleven a decir o hacer algo que se le vuelva en contra. Segundo, no se ha desprendido de sus empresas. Sin duda, está esperando el resultado del domingo para hacerlo o no. Pero, ¿no habría sido más ético haberlo hecho antes?

Frei entra, aparentemente, sin nada que perder. Sabe que debe remontar. Sabe que debe recurrir al alma más profunda de todos quienes, alguna vez, votaron por candidatos de la Concertación. Sabe que debe llamar a aquellos partidarios por el cambio que, teniendo en cuenta que la Concertación pudiera no haberlo hecho tan bien, saben que la derecha no es garantía de hacerlo mejor. Y, tal vez debería llamar a Arrate como asesor y que éste le indique como lo hizo en el primer debate televisivo.

Todo lo anterior, especulaciones.

viernes, 1 de enero de 2010

Dos escenas y una pregunta

Escena 1

Una última mirada al espejo para terminar de convencerse que el vestido negro, ajustado y sin hombros, caía perfecto. Maquillaje y peinado también pasaron el examen. De ahí, al estar, revisando todo. La mesa de grueso cristal del comedor, puesta para dos personas, mostraba copas, cubiertos, loza, ordenados con delicadeza. Dos largas y delgadas velas rojas, que prendió en seguida apagando lámparas, culminaron el ambiente en el elegante departamento del moderno edificio en el barrio top de la ciudad. Sonó el ding dong y ella corrió a recibirlo dispuesta a abrirle no sólo la puerta. Ahí estaba. Terno de casimir inglés, corbata de seda italiana, camisa hecha a medida, un caro modelo de reloj deportivo. Alto, esbelto, pelo bien cuidado. Una botella de cara variedad de tinto y un par de docenas de impactantes rosas rojas, en sus manos. En la billetera, generosas tarjetas de créditos…


Escena 2

Tiró un par de leños a la hoguera, preocupada que el fuego no se apagara. A su alrededor, jugueteaban los cachorros. Recogió ramas, restos de comida y otros desechos del suelo de la caverna, ubicada cerca de alguna fuente de agua, con clima benigno y a resguardo de otras inclemencias. Llevaba 3 o 4 días esperándolo y ya empezaba a ponerse nerviosa. Y, casi sin previo aviso, entre los matorrales del linde del bosque, lo ve aparecer. Cubierto de polvo, lleno de magulladuras, pelo y barba desordenados, con su típico taparrabo que casi no tapaba nada y andar a trastabillones denotando profundo cansancio. Sabiéndose observado, atraviesa los últimos metros con caminar digno y enhiesto. Se para frente a la mujer y, desde su hombro derecho, deja caer una gran pierna de búfalo a sus pies…


La Pregunta

¿En qué se diferencian ambas situaciones?

Bienvenidos

Todas las ideas, opiniones, comentarios sobre los temas aquí tratados son bienvenidos...