jueves, 4 de noviembre de 2010

Eleccion en la ANFP

Curioso una elección en el organismo rector del fútbol profesional chileno, que acumule tantos comentarios sobre eventuales intervenciones de manos negras, para influir en el resultado final.

En el espectro político, desde las posiciones más extremas de la Concertación, hasta diputados de la UDI, comentaron el entorno creado a la elección de Presidente de la ANFP. Opiniones despectivas, por supuesto.

Todos coinciden, eso si, en lamentar la partida de Bielsa, por su calidad como persona y entrenador. Pero fue claro y elocuente, en la conferencia de prensa, cuando señaló que con otra directiva, no seguía en su cargo.

Y resulta hasta lógico el planteamiento. Mayne Nicholls siempre le dio absoluta libertad en las decisiones técnicas y en todo lo que correspondiera a su cargo. Harold, al igual que el entrenador, es de bajo perfil, quitado de bulla, de pocas palabras y alejado de la farándula, cámaras y publicidad barata. Enamorado del fútbol como actividad, deporte y entretención. Así cada uno tenía su esfera de influencia y acción, que se complementaban y no se invadían.

Ahora asume una directiva que tiene un perfil absolutamente distinto: con marcada preferencia a tener todo el poder en una mano. Si parafraseáramos frases famosas, la directiva electa, diría que en la ANFP “no se mueve una hoja sin que lo sepan”.

Y Bielsa no iba a permitir que alguien, por muy encaramado que esté, se metiera en su zona de influencia y trabajo. El cortocircuito se hubiera producido a corto plazo. Las chispas hubieran saltado lejos y el portazo del entrenador se hubiera escuchado hasta en nuestras antípodas.

Soy un apasionado del fútbol. También, conozco a Harold hace muchos años. Me dolió muchísimo su derrota. No la merecía. Había hecho un excelente trabajo. Pero, desgraciadamente, en el cómputo de una elección se cuentan preferencias, no emociones.

Ambas listas participaron en un proceso de voto secreto e informado. Y quienes nos reconocemos como enamorados de la democracia representativa debemos aceptar, como condición sine qua non, la derrota.

Reconozco, entonces, que no tenía el menor interés en que ganara la lista que triunfó.

Sin embargo, aceptar la democracia obliga a aceptar que, dado que ganaron, tienen el derecho a realizar su labor a la cabeza de la ANFP. Y debemos aceptar, además, la posibilidad que lo hagan tan bien, o mejor, que la directiva saliente…

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