miércoles, 8 de diciembre de 2010

Reclusos

No creo que haya sido hacinamiento. Puede, sin duda, ser una causa directa de la espantosa cantidad de reclusos muertos, pero no es la causa principal.

Si hubieran fallecido tratando de arrancar, asfixiados contra una puerta que no pudo permitirles el paso o si se hubieran pisoteados unos con otros buscando una salida, podría hablarse que el hacinamiento les impidió un escape salvador. Pero, al parecer, nada de eso ocurrió. O al menos, no se ha escuchado decir entre las primeras declaraciones aparecidas en los noticiarios de la televisión.

El fuego partió en una reyerta de bandas rivales. Se propagó consumiendo todo combustible que encontró a su paso. Entre las llamas y el humo, quedó un reguero de muerte.

Los reclusos no cuentan con elementos que les permita combatir el fuego. Mangueras o extinguidores no pueden estar al alcance de ellos porque, lo más probable, serían utilizados para solucionar rivalidades internas o utilizarlos para tratar de escapar. Sería colgarles de las paredes de las galerías o celdas, potenciales armas para combatir entre ellos o contra los gendarmes.

Tampoco tienen a su disposición vías de escape frente a estas emergencias. Para disponer de dichas vías, es necesario que alguien se las franquee, les abra las rejas, les muestre un camino. No dependen de ellos.

Esto no ocurrió o no ocurrió oportunamente o no existía el protocolo para que ocurriera.

Consideremos que, producida la emergencia, los gendarmes, cuya dotación debe disminuir durante la noche, deben evaluar el alcance de esta, para ver los caminos por tomar, gastando un tiempo cuyo costo se midió en vidas humanas.

Si las llamas se propagaron a gran velocidad, pudiera ser que los gendarmes no alcanzaran a abrir vías de escape y los reclusos se asfixiaron o quemaron inexorablemente. O pudiera ser que aún llegando a tiempo, demoraran en abrir todas las rejas o puertas necesarias para permitir la evacuación.

Entonces, la cantidad de reclusos que repletan cada penal deja de aparecer como la causa única de toda la tragedia…

Todas las autoridades rasgan vestiduras contra el hacinamiento, pero ¿y el tiempo de respuesta…?

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