viernes, 23 de septiembre de 2016

Jubilar a los 80

“Yo me retiré de los negocios hace tres años, así que jubilar a los 80 sería perfectamente posible, o a los 75 años”, comentó, según Elmostrador.cl, Sergio de Castro, ministro de hacienda durante la dictadura y uno de los cerebros de la política económica neoliberal, implantada durante ese gobierno.

Es dable pensar que en 40 o 60 años más, sea atingente una discusión sobre subir hasta esa edad, el momento de jubilar. Pero hoy resulta un despropósito. Son privilegiados por la vida los que podrían llegar, en condiciones físicas y mentales para mantener una jornada laboral de 45 horas a la semana.

Surgen, a raíz de estas declaraciones, algunas interrogantes que habría que plantearle al ex ministro. Por ejemplo, la hora en que partía al trabajo en el frío del invierno; cuánto demoraba en llegar a su lugar de trabajo, en metro o micro; cuánto trabajo pesado, tal como lo define la Dirección del Trabajo, le correspondió realizar; las lagunas que debió soportar en sus cotizaciones, por sus períodos de cesantía y cuánto, en su largo período de trabajador activo, le acompañó la salud.

Realmente, si pudo llegar en buenas condiciones físicas y mentales, podría dar a conocer su receta. Nos serviría de ejemplo o de guía a todos los que nos faltan, aún, algunos años.

Pero la verdad que subyace es otra. Plantear que es posible jubilar a los 75 u 80, como una manera de lograr que los trabajadores pudieran tener más años cotizados y disponer, así, de mejores jubilaciones, es plantear una solución, cuyo único propósito es esconder el fracaso de la política neoliberal de pensiones. Desde su perspectiva, es válido plantear una solución descabellada y no es válido reconocer un error o algo que se hizo mal o que pudo hacerse mejor.

No descubriremos ahora, el dogmatismo en sus planteamientos de todos aquellos que hicieron de El Ladrillo, su libro de cabecera y el faro que guiaba las políticas neoliberales que pudieron implantarse en Chile, en un momento que no había libertad, no sólo, de prensa, que no se permitía detractores, ni críticos que pudieran plantear alternativas a estas medidas. Podía darse el caso que estos detractores tuvieran razón o sentido común.

Así se implantaron las AFP. El sedicente “creador de las AFP” planteaba en una entrevista, hace algún tiempo, cuánto le costó convencer al general Pinochet que aceptara el cambio de las pensiones. Al final, el dictador aceptó, pero dejó a las FF. AA. fuera de este negocio.  O sea, el trabajo era convencer a una única persona.

Preguntémonos, ¿cuánto costaría llevar a cabo este mismo cambio, en un régimen democrático? ¿La solución final se enriquecería o empobrecería, gracias al debate que se armaría, al respecto?

La historia, además, nos ha mostrado declaraciones de políticos, economistas, empresarios que participaron en este proceso. Coinciden esas declaraciones, que la discusión era el monto de las tasas sobre las cuales se reajustarían los fondos. O sea, cuanto iba a mejorar la pensión, por el sólo hecho que las AFP administraran nuestros dineros.

Pero claro, 35 años después de implantado el sistema, quienes participaron en su génesis, prefieren dar soluciones como la del ex ministro de hacienda citado, a reconocer la posibilidad que, el sistema neoliberal de pensiones tal como lo vislumbraron, con el tiempo, haya sido superado por los hechos

Mientras, por si acaso, sería conveniente empezar a cuidar nuestra salud. En una de esas, logramos jubilar a los 80…

sábado, 3 de septiembre de 2016

DC y PC



“Naturalmente, no es normal que democratacristianos y comunistas trabajen juntos” expresó, según El Mercurio, Volker Boufier, dirigente de la CDU (Democracia Cristiana alemana) en su visita a Chile.

Hemos escuchado, infinidad de veces, a políticos de derecha decir algo parecido. Para ellos, que la DC chilena no coincida, en posición política con sus camaradas alemanes, demuestra que está equivocada en sus planteamientos. O sea, que es un partido que debería estar en la derecha de la política chilena.

Naturalmente, aliado con RN y la UDI. Creando así, un frente que defienda la cultura cristiano occidental. Y no verla junta a partidos de izquierda, sobretodo de inspiración marxista, como el Partido Comunista o el Socialista.

El dirigente alemán, señaló, también, que el caso de Chile era un caso especial, respetando la singularidad de nuestro país y de los partidos involucrados.

Más aún, al señalar que “no es normal”, se refiere que esta situación no es la más vista, o sea, no es la norma. Pero “norma” en estadística, se refiere al suceso que más se repite en una muestra. Y el hecho que este suceso, el trabajo conjunto, no se repite en otras partes, lo hace anormal, pero no le resta, en absoluto, validez a lo que ocurre en nuestro país.

La derecha querría quitarle esta validez y tener a la DC a su lado. Pero esto es parte de la visión que tiene de ver el mundo en blanco y negro, divididos entre buenos y malos, amigos o enemigos. No pueden entender así, que la DC y el PC se sienten a la mesa para conversar similitudes. Esto, al decir de este lado de la política, es una herejía. Si estuviéramos aún en la Inquisición, la DC merecería ser quemada.

El permanente canto de sirena que la derecha hace a la DC, llamándola a reconocer cuartel con la UDI y RN, obedece al hecho que, la DC, desequilibra el naipe político hacia el lado que se incline. De manera tal que, mientras la DC esté donde está hoy, no entrega a los sectores conservadores, posibilidad real liderar a nuestro país.

Visto así, el gobierno de derecha que antecedió al actual, pareciera un mero accidente electoral, más que un planteamiento de largo plazo. La Concertación dirigió al país en 4 gobiernos consecutivos, completando 20 años de gobierno, elegidos democráticamente. La derecha, gobernó 17 años, en ininterrumpida dictadura.

La DC y el PC han elegido, cada uno en su propia decisión, aceptar el juego de la democracia representativa, con elecciones libre, secretas e informadas. Están mucho más cerca de sentarse a conversar entre ellas, que con partidos que nunca han condenado institucionalmente, los crímenes contra los derechos humanos.

Cabría preguntarse, ¿qué es lo normal?

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