sábado, 26 de mayo de 2018

¿Qué podremos decirle a una mujer?


El parte que sacó la Municipalidad de la Condes, por un piropo callejero, puede traer insospechadas consecuencias llevado in extremis.

Si Neruda escribiera hoy en día, “me gustas cuando callas, porque estás como ausente” podría ser acusado por tratar de denigrar a la mujer, impidiéndole expresar sus opiniones.

Peor llegaría a ser su situación, si declamara los versos iniciales de Farewell: “Desde el fondo de ti, y arrodillado, un niño triste, como yo, nos mira”. No faltaría quien dijera que está limitando a la mujer solo al plano maternal.

“…hoy la he visto… la he visto y me ha mirado…” escribía Gustavo Adolfo Bécquer, en una de sus rimas. ¿En qué se topa para tildarlo de voyerista?

“Y qué yo me la llevé al río, creyendo que era mozuela, pero tenía marido…” contaba Federico García Lorca. ¿Cuántas cosas se le dirían hoy, ante tal confesión?

Y a Buddy Richard, que cantaba que “estaba frente a una profesional de la mentira”, los denuestos que caerían sobre él, serían de antología, por tratar de esa manera a una mujer.

Sátiro sería lo menos que le dirían a Gardel, cuando cantaba “acaricia mi ensueño, el suave murmullo de tu suspirar…”, en El Día que me quieras, canción grabada en 1929, y que ha sido reinterpretada, por tanto y tantos cantantes.

Y si mantenemos la proporción, Arjona debería poco menos que ir a la cárcel, cuando le dice a una pareja que lo había dejado, que “has hecho el amor más veces que mi abuela y aún no sales de la escuela…”. Y no bastándole, en la misma canción, le dice que su “reputación, son las 6 primeras letras de esa palabra…”. De lo peor, sin duda.

Cuesta entender como Salvatore Adamo, se atreve a entrar a Chile, después de cantar que “ella anda del brazo de cualquiera…” y proclama a los 4 vientos, “Y mis manos en tu cintura…”. No sólo las tilda de lo peor, sino, además, les gusta tocarlas.

Años atrás, en un verano, Ricardo Cocciante, cantaba, en la Quinta Vergara, “…Ahora desnúdate, sabes hacerlo bien…”. ¿Qué intenciones podríamos asumirle a este artista, después de estas palabras?

También mencionemos ese antiguo tango que dice “cuando por la calle la veo tan vieja, doy vuelta la cara y me pongo a llorar”. Como si ella fuera la única que ha envejecido. O ese otro, que proclama: “no me has dejado, ni el pucho en la oreja, de aquel pasado malevo y feroz, ya no me falta para completar, más que ir a misa e hincarme a rezar…”. Qué manera de definirla como manipuladora.

Algo debemos estar perdiendo, en la cotidianeidad, del trato entre hombres y mujeres. Ese viejo slogan francés de “Vivre la différence”, parece estar siendo dejado atrás.

Así las cosas, entonces, debemos tener cuidado. Puede darse el caso que, un hombre, parafraseando a Bécquer, le diga, en un momento de romanticismo, a la pareja: “poesía eres tú…”, pero, si ella llega a malinterpretarlo, terminará pagando multa…

 O tempos, o mores…

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