Siempre me
ha llamado la atención, el esfuerzo que hacen los abogados defensores de un
acusado ante los tribunales, por sacarlo de una detención preventiva, mientras
dura la investigación.
Pienso que
sería más productivo dedicar esos esfuerzos a preparar una muy buena defensa,
que logre dejar al acusado libre de todo cargo. Sin embargo, insisten en presentar
recursos a los tribunales para revisar, hasta donde se lo permita la ley, la
prisión de sus defendidos y cambiarla por un arresto domiciliario o una
libertad después de cancelar alguna fianza.
Es muy
fácil, sin duda, meditar sobre la prisión preventiva sentado frente a la
pantalla del computador. Otra cosa muy distinta, es estar dentro de una celda,
en un centro de detención, viendo pasar los minutos horas y días, privados de
uno de los bienes más preciados por el ser humano: la libertad.
Por esta
misma razón, todo aquel que atraviesa la reja de la celda, interrumpe todos sus
ciclos mentales y desarrolla uno solo: salir de ahí lo antes posible y
valiéndose de cualquier medio.
No importa
la calidad de la cárcel en la cual se encuentra. Puede tener muchas comodidades
o ser más rústica. Tal vez, más flexible que rígida, con más o menos medidas de
seguridad. Pero, el detenido deberá adaptarse al régimen que le impongan,
deberá seguir los horarios, alimentarse con la comida que le pongan por
delante, compartir baño, desvelos y angustias con su compañero de celda…
Capuchinos
satisfizo, en Chile, hasta su incendio, la necesidad de un recinto de detención
para detenidos acusados de crímenes sin sangre. Tenía comodidades, hasta dónde
era posible, que no se encontraban en cárceles comunes.
Incluso, he
conversado con amigos que, alguna vez, pasaron una temporada dentro y todos ríen
cuando lo recuerdan. Cuentan anécdotas, sucesos, conversaciones, todo en un
recuerdo hasta jocoso.
Sin
embargo, no se cuenta que, al momento de ver caer el sol, la melancolía y la
nostalgia por estar libres, en sus casas y reunidos con sus familias, invade,
invariablemente, hasta lo más profundo de cada uno.
Es un día
más que se va, estando ausente del mundo. Es un día más en que la historia pasó
frente a la puerta del centro de detención, pero no se detuvo, siguió de largo.
Es un día más, que al poner la cabeza en la almohada, con la luz apagada por
los guardias, hay que dormir sin haber besado a sus hijos, o abrazado a su
esposa…
Así, se
entiende que la preocupación de sacar a sus defendidos de una detención preventiva,
sea primordial para los abogados…
En
definitiva, aunque sea de oro, la jaula, sigue siendo jaula…