jueves, 18 de julio de 2019

Visiones diferentes


La Cámara de Diputados rechazó la idea de legislar, respecto del proyecto de la ministro Cubillos, llamado “admisión justa”.

En las primeras declaraciones de la ministro, luego del rechazo, insistió que los principales perjudicados son los hogares de clase media. Algo parecido se pensaba en la oposición respecto al proyecto fenecido.

En estricto rigor, entre el proyecto presentado por el gobierno y el proyecto que eventualmente, podría blandir la oposición, no es uno mejor que el otro, no es uno más práctico que el otro, ni se adapta más rápido, porque si, a nuestra idiosincrasia.

Claramente no son comparables porque el proyecto presentado por la ministro Cubillos, obedece a la visión que la derecha tiene de lo que debería ser la educación en Chile. Y esta idea no es compartida por la oposición que, claramente, no es neocapitalista. Muy por el contrario.

Lo mismo ocurre con la reforma tributaria. El gobierno presentó un proyecto que reintegra los dividendos o retiros de las empresas que tributan según el 14B.  Y esto pretende financiarlo con el aumento en la recaudación del IVA. En su concepción del sistema tributario en nuestro país, dan prioridad como fuente de ingresos, al IVA, que afecta a toda la población y es tremendamente regresivo, por sobre la renta, que afecta a los más acaudalados.

Desde la perspectiva de los partidos que apoyaron la reforma tributaria de la Presidente Bachelet, el planteamiento es distinto. Aquí se afirma que deben soportar el mayor peso tributario, quienes efectivamente, ganan más. Por eso, salió el tema de rebajar al 65% la integración de las empresas del 14B.

¿Es un sistema mejor que el otro? En definitiva, no. La diferencia obedece a distintos planteamientos sobre un mismo punto y cada uno de nosotros, tiene la libertad para poder elegir, libremente, hacia cual perspectiva se inclina.

Un tercer caso, es la ley que afecta a las pensiones. Hubo un instante que, partidos de oposición, le señalaban al gobierno que, en las indicaciones que presentaría, incluyera mas solidaridad en los planteamientos.

Punto difícil para el gobierno. La solidaridad no está presente en concepciones que insisten en vernos como clientes. Tampoco está presente la posibilidad de un ente estatal que administre el 4%, lejos de las AFP, dado que, el noecapitalismo no acepta flujos de dinero que, yendo al estado, puedan estar en manos privadas.

El ministro Monckeberg ha prometido, para el segundo semestre de este año, presentar un proyecto de ley, que, a ciencia cierta, apuntará a los cambios de la negociación colectiva y al derecho a huelga, que se aprobaron durante el gobierno de la Nueva Mayoría. Se enfrentan aquí, también, concepciones distintas respecto a cuáles deben ser los derechos y obligaciones de empleadores y trabajadores.

Y esto, sin considerar que el presidente Piñera, ya zanjó el tema de terminar con la indemnización por los años de servicios diciendo que en su gobierno este tema no se modificaría. Flexibilizar el mercado, lo llaman.

Siendo el actual gobierno, un gobierno de derecha, debemos tener claro que el signo de los proyectos de alguna reforma que presente, será muy distinto, a los signos de los proyectos análogos, que se presentaban durante los gobiernos de la Concertación o de la Nueva Mayoría.

El problema aquí no es discutir cual de los 2 es mejor o peor. Sería estéril.

Si lo planteamos desde el punto de vista de la democracia, o sea de la mayoría, debemos tener claro que, siendo mayoritariamente opositoras ambas cámaras, es dable pensar que la mayoría del país, no quiere reformas neoliberales.

Pero, plantearlo así, tan de buenas a primeras, no es saludable para la paz interna. Siempre generará violencia si una parte el país, la más numerosa, pasa por encima de la menos numerosa. En este caso, siempre será preferible que, mejor, nos sentemos todos a dialogar y tratemos de llegar a acuerdos.

La Democracia Cristiana ya llegó a acuerdo con el gobierno para aprobar la idea de legislar en materias tributarias y de pensiones. Temas extremadamente sensibles, ambos y que sacaron roncha en el resto de la oposición. Como partido, la DC tiene pleno derecho a hacerlo, sin que ello signifique renunciar, siquiera a una coma, de sus planteamientos doctrinarios. Aún cuando esto es más fácil escribirlo que cumplirlo.

Una sola cosa me preocupa, al respecto.

En mis tiempos de estudiante universitario se decía que cuando se gana con la derecha, es la derecha la que gana.

Han pasado muchos años desde que me titulé y temo que esto siga siendo así…

miércoles, 3 de julio de 2019

Todo por el diálogo


Sentarse a conversar, obliga al interlocutor a abrirse, a escuchar, a dar a conocer sus argumentos y obligarlo a escuchar comentarios adversos o críticas. Imaginemos como a ese interlocutor, al gobierno.

La alternativa es cerrarse al diálogo y que el Congreso rechace cuánto proyecto de ley se presente.

Con esta última, tendríamos al gobierno atrincherado, cerrado en sí mismo, gritando a los cuatro vientos que no lo dejan gobernar, que le cierran todos los caminos, culpando a la oposición de todos sus males, tratándola de antipatriota y aglutinando a todos sus adherentes, en torno a ellos, como una sola derecha unida frente al enemigo común.

Imaginemos al presidente y los ministros del área política, entre ellos el primo, haciendo declaraciones, dando entrevistas, aprovechando a la prensa adicta para acusar a la oposición de obstruccionista, de no querer el crecimiento del país, de no importarle el sufrimiento de los más vulnerables, de su egoísmo que le impide abandonar sus posiciones políticas y todas aquellas campañas de desprestigio que la derecha acostumbra a utilizar.

El diálogo los desarma. Acostumbrados a dividir al mundo en buenos y malos, siendo ellos los buenos que aún creen que el comunismo moscovita es el peor enemigo de la cultura cristiano occidental, deben reflexionar y buscar argumentos sobre los cuales discutirán en términos de igualdad con los partidos que se sienten en la mesa de negociaciones. Cosa a lo cual no están totalmente preparados para aceptarlo como camino para el avance político.

Más aún, no podrán victimizarse. No podrán tratar a toda la oposición en iguales términos, no podrán ver todo en blanco y negro, porque se encontraron con un partido político que no acepta estos términos de convivencia.

Así el gobierno no tiene como aglutinar a sus adherentes porque tiene, a un partido de oposición, que lo impela al diálogo, que le dice que aceptan legislar su reforma, pero negociando las modificaciones pertinentes. Dentro de la negociación, aunque se puede perder o ganar, deben cederse algunos aspectos, pudiendo ser, algunos de ellos, muy difíciles de entregar en el díalogo.

No teniendo un enemigo común frente el cual aglutinarse, en la derecha, empiezan a morderse a si mismos. Aparecen sectores que se niegan al diálogo, que se cierra a la posibilidad de ceder algún punto, como lo hace el gobierno, a cambio de lograr un acuerdo político con la oposición, que no transan posiciones y disparando, fuego amigo, a diestra y siniestra.

Surge como atractiva la alternativa de irse más a la derecha, aún, de la posición de Chile Vamos y del gobierno, que se ve ahorquillado entre el acuerdo con partidos de oposición o la fuga de sus adherentes.

Todo por el diálogo… 

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