El Mercurio menciona un nuevo análisis de interpretación de
las elecciones de alcaldes, al señalar que Chile Vamos, gobernará más
habitantes que el oficialismo. Un nuevo sistema, pensando en demostrar que la
Derecha fue amplia ganadora del proceso eleccionario.
Si, a esto añadimos la celebración, con Piñera incluido,
primero en el comando de Matthei y, posteriormente, en el de Felipe Alessandri,
en horario Prime, por supuesto, sin duda pareciera que Chile Vamos, ganó en
toda la línea y que fue un desastre para la centroizquierda.
Al momento de analizar los resultados de esta elección,
debemos dejar de lado, al ambiente triunfador que mostró la derecha, con los
triunfos en Providencia y Santiago. Comunas importantes o emblemáticos, sin
duda, dentro de todo el contexto, pero ¿bastan para sentirse vencedor? ¿O son
sólo escaramuzas dentro de la batalla electoral de todo el país?
Porque, si comparamos votos, a nivel nacional, en la elección
de alcaldes, tenemos:
Chile
Vamos:
|
1.827.815
|
38.45%
|
Nueva
Mayoría:
|
1.761.062
|
37,05%
|
La
diferencia es de 1,4%, menor que cualquier error muestral. Claramente, nadie
puede sentirse vencedor o con el triunfo en el bolsillo, con una abstención del
66% y pensando en las presidenciales de diciembre de 2017, con esta diferencia.
Sobre
todo, comparando, de la misma forma, los resultados de la elección de
concejales, a nivel nacional:
Chile
Vamos:
|
1.794.792
|
39,48%
|
Nueva
Mayoría:
|
2.140.733
|
47,10%
|
Y aquí la diferencia es de 7.62%, por lo menos, mayor que un
error muestral, a favor de la Nueva Mayoría, lo cual le asegura el triunfo a
cualquier candidato de la centroizquierda.
No podemos dejar de preguntarnos, entonces, cuando Piñera
hablaba para la tele, en el comando de Matthei o de Alessandri, ¿en cuál de los
dos resultados se basaba para sentirse tan victorioso? Claramente, la actitud de triunfo, parece ser
más un recurso de marketing, que la certeza de haber ganado inobjetablemente,
esta elección.
Más aún, si consideramos que cuando Hernán Larraín hablaba, no
dijo ni una palabra de la pérdida de la alcaldía de Valparaíso, en manos de un
desconocido candidato de 31 años, ni tampoco que la fuerza del clan
Rysselberghe, no pudo recuperar la alcaldía de Concepción que se mantuvo en
manos del candidato DC. Y a mayor abundamiento, en Recoleta, Jadue, comunista,
perverso, ateo y materialista, le ganó en lucha directa al candidato UDI, fiel
representante de la cultura cristiano occidental, con más del 50% de los votos.
Ni Renovación tampoco comentó la caída de Luis Plaza en Cerro
Navia, donde se postulaba para su tercer período.
Pero esto no permite que la Nueva Mayoría pueda sacar cuentas
más alegres o siquiera respirar más aliviada.
La pérdida de Santiago y Providencia son hitos que deben hacer
reflexionar respecto a las causas que motivaron estos resultados. Las
reflexiones deben ser a nivel de NM y a nivel interno de cada partido
involucrado a través de los candidatos. Desconozco las internas en Santiago y
Providencia, pero está claro que faltó más apoyo, más sonrisas, más campaña y
menos abstención. Fueron candidaturas que no lograron sumar más votos, más
electores. El análisis da para mucho más que para estas líneas.
Un párrafo aparte, para la DC y la pérdida de las alcaldías de
Maipú, La Reina y Macul. Los tres alcaldes derrotados son DC. En Maipú,
incluso, se produjo una pelea que abarcó sólo a democratacristianos. El alcalde
en ejercicio, decidió descolgarse porque el partido no quiso postularlo, dado
que estaba formalizado en una causa judicial y el partido llevó otro candidato.
El resultado fue que ganó Kathy Barriga, de Chile Vamos, nuera de Lavín, con el
36% de los votos.
En La Reina y Macul no se hicieron primarias. En La Reina, los
descolgados sumaron 6 mil votos y Donckaster se perdió sólo por 600. En Macul,
Puyol perdió después de 20 años de alcalde, en manos de otro descolgado que ni
siquiera él tiene claro si apoya a la NM o al Chile Vamos.
Duro golpe para la DC (¿dónde hicieron mal las cosas?), que
aún sigue siendo el partido mayoritario de la NM, aunque el tercero en votos a
nivel nacional, después de RN y la UDI.
La dispersión y la abstención fueron protagonistas en el resultado
final de la NM. Los resultados de la NM, fueron los siguientes:
Concejales
|
2.140.733
|
Alcaldes
|
1.761.062
|
La NM recibió 379.671 votos más para Concejales que para Alcaldes.
O sea, en el camino de Concejal a Alcalde, se dispersaron el 17,7% de los votos
para Concejales. El 2012, esta dispersión fue de 9,4%.
Aquí están los votos de Vittori en Maipú, el hijo del “Choro”
Soria en Iquique, Sharp en Valparaíso, Morgado en Macul y varios más cuyos
electores, sin duda que, para concejal, votaron por candidatos de la Nueva
Mayoría.
Con esta dispersión, si la elección hubiera sido la primera
vuelta de una elección presidencial ganada por la NM, al candidato le faltaría
tiempo para negociar con todos los movimientos, supuestamente más a la
izquierda, y conseguir su apoyo en la segunda vuelta.
Y la abstención, para alcaldes, la NM tuvo una menor votación
de 624 mil votos, en relación a los obtenidos en la elección de 2012 y 492 mil,
en la elección de concejales.
Lo curioso del caso es que estos votos no emigraron para otras
coaliciones, partidos o movimientos, sino que se quedaron en sus casas. La NM
no fue capaz de motivarlos a concurrir a las urnas. No fue capaz de demostrar a
quien favorece directamente, la abstención. Por el contrario, es dable pensar
que, si la elección hubiera sido dos semanas después, estas cifras hubieran
aumentado.
¿Qué hacer para adelante? Claramente, no más de lo mismo. Aunque
la NM aún supere a la derecha voto a voto.
Una severa autocrítica que abarque a los partidos y al
Gobierno. Tan profunda, que permita partir casi de cero, reencantando a los
electores como una manera de rebajar la abstención.
Generar dentro de la NM, un movimiento que tenga la mística de
la Patria Joven, el entusiasmo de la campaña del NO y un candidato que culmine
su campaña en el Parque O´Higgins, con un discurso que termine diciendo “Uds.
son la patria, gracias a Dios…”
Soñar no cuesta nada… Son sólo escaramuzas de una batalla
electoral, cuya guerra finaliza en la presidencial del próximo año…
Estamos en el mismo punto que Julio César, antes de cruzar el
Rubicón, o sea, la suerte aún no está echada…