Asume como presidente de la Democracia Cristiana, Fuad Chaín.
Elegido en votación directa, durante el mes de mayo, donde votaron más de 14
mil militantes. Cifra inédita por la convocatoria, en las elecciones de
presidentes de partido, en nuestro país.
Fuad Chaín fue diputado hasta el período anterior. Perdió, por
estrecho margen la senaturía en la Novena Región. De posiciones cercanas a
quienes se reconocieron como los “colorines”, se echa encima la tarea de
presidir un partido que, según algunos analistas, especialmente de derecha,
estaría en crisis terminal. Sobre todo, después de la renuncia de Mariana
Aylwin, Soledad Alvear y Gutenberg Martínez.
Crisis desmentida no sólo por la cantidad de militantes que
votaron, sino, además, porque la DC, según la elección de diputados de
diciembre último, fue el partido de oposición al actual gobierno, que mayor
respaldo popular obtuvo, expresado en votos. Y quedó como el tercer partido, a
nivel nacional. Sólo superado por la UDI y RN.
Aún así, la tarea por delante no se avizora fácil, ni
despejada. Son varios los planos que esperan por una dirección clara y
sostenida. Tanto dentro del partido como en su relación con el gobierno de
derecha y con el resto de los partidos políticos, especialmente, los de
oposición.
Internamente, recuperar la armonía interna, paradojalmente
dañada por la candidatura de Carolina Goic, aunar posiciones y tratar de
enfilar ese esfuerzo en una dirección, en la cual todos se sumen, logrando
superar diferencias, limar asperezas y buscar aquellos consensos que tan
populares fueron en la DC.
Frente al gobierno, la estrategia no está clara. No se ha
decidido cual tipo de oposición tomará el partido. Desde cerrada y
obstruccionista, hasta colaboracionista, un continuo muy amplio. El gobierno ha
criticado sin piedad a la administración anterior, de la cual formó parte la
Democracia Cristiana. Está por verse si el partido aceptará dichas críticas o
tomará medidas en contra de esto. También está por verse si la Democracia
Cristiana dejará pasar aquellos proyectos de ley con marcados tintes
neoliberales, tan propios de la derecha autóctona.
Algo común con los partidos de oposición, especialmente los
que estuvieron en el gobierno de Michelle Bachelet: ninguno ha hecho una
autocrítica por la causa que impulsó el triunfo del actual presidente. Esto
conlleva a que no hay, aún, objetivos comunes entre la oposición. Tampoco se
sabe si los habrá. Para la DC, un camino puede traducirse en un gran pacto que
abarque todos los partidos que no están en el gobierno. O puede ser, también,
que se llegue a un acuerdo sólo entre quienes conformaron la Concertación, O
sea, DC, PS, PPD, PR. O, por último, insista en un camino propio, con su propia
soledad.
Veremos cómo se va escribiendo la historia. Y como se va
desenvolviendo la DC, con su nuevo presidente. La tarea no es fácil, los
caminos no están pavimentados e, incluso, algunos van cuesta arriba…