viernes, 5 de marzo de 2010

Desfile

Las cajas y pitos de los marinos rompían el silencio matutino de cada 19 de septiembre, desfilando por la Alameda hacia el Parque Cousiño. Ensordecía con las trompetas y seguía el compás de la banda instrumental. No perdía pisada al abanderado, a los oficiales y a la gente de mar. Quedaba maravillado con el andar rítmico de su paso gallardo. Los veía tan seguros de si mismos ocupando toda la calle, que, por largo trecho, no me resistía a desfilar tras la última fila de fusileros, como uno más. Sólo que, en vez de fusil, llevaba la mano de mi papá…

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