viernes, 17 de octubre de 2014

Las Boletas de Honorarios



Quienes, por razones profesionales, nos enfrentamos cotidianamente con los fiscalizadores de Impuestos Internos, tenemos muy claro que la actitud de estos funcionarios, es poner en duda la veracidad de las boletas de honorarios, Sobre todo si son de montos muy altos, al criterio de ellos, por supuesto.

Queda, entonces, como obligación para el contribuyente, demostrarles, mediante documentación fidedigna y soportante,  que el trabajo que la boleta dice, efectivamente se hizo. Una vez logrado esto, el problema se termina. Los fiscalizadores, que también son profesionales de esta área, aceptan las razones cuando son adecuadas.

Por eso me llama la atención el problema suscitado con las empresas del Grupo Penta, en relación a boletas de honorarios.

En este caso, el problema tiene dos aristas. Una, son las boletas emitidas por cónyuges de los 2 controladores y la otra arista, son las boletas recibidas para justificar aportes a campañas políticas.

Y el monto de todas estas boletas justifica el escándalo que se ha armado en los medios de comunicación y haya manchado todos los sectores que manchó.

Es dable suponer que empresarios al nivel de los controladores del Grupo Penta, tienen acceso a asesores tributarios de un nivel equivalente al tamaño de las empresas que controlan. O sea, de primer nivel.

Resulta curioso, entonces, que hayan llegado a este nivel de problema. ¿Nadie les advirtió, previamente, el riesgo que corrían con esta práctica.

Se me ocurren dos posibilidades: 

Una de ellas, es que están rodeados de profesionales que, en vez de decir al cliente, lo que corresponde, le dicen lo que, suponen, quiere escuchar. Entonces, nada de lo actuado por los controladores es malo, está equivocado o alguien pondrá reparos…

La otra posibilidad, es que los profesionales hubieran advertido los riesgos, pero no fueron escuchado. Total, estas cosas son para el resto de los contribuyentes. Nosotros estamos sobre estas cosas. Soberbia pura...

No tengo como determinar cuál, de estas dos posibilidades, es la correcta. A lo mejor, están los dos igual de alejadas de la realidad y existe una tercera alternativa.

Pero, en definitiva, los únicos que lo saben, son los dos controladores. Entonces, aquí cae de perillas, ese antiguo adagio que afirma: cada sabe dónde le aprieta el zapato…

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