martes, 15 de agosto de 2017

Aborto y Monseñor Medina

Monseñor Medina envió a un matutino, una carta en donde fija su posición respecto al proyecto de ley que despenaliza, en tres causales, el aborto.

Es tal su rechazo, que indica que los cristianos no deberían votar por aquellos candidatos que apoyaron este proyecto. No contento con esto, añade que los católicos que también apoyan esta despenalización, “no están en condiciones de recibir los sacramentos…”. Incluso, concluye en que “ni se les conceda, un funeral público, según los ritos de la Iglesia Católica”.

Monseñor Medina tiene todo el derecho, como cualquiera de nosotros, a dar su opinión sobre este tema y cualquier otro. Ha escalado dentro de la jerarquía de la Iglesia a niveles tales, que ejerce cargos de responsabilidad en El Vaticano. De esta forma, su opinión siempre será, no sólo escuchada, sino, además, dada a conocer por la prensa que concibe a la Iglesia Católica en términos fundamentalistas.

El trasfondo no es que Monseñor Medina está en contra del aborto, sino que, cuando emite sus opiniones, juzga, descalifica, separa, aleja y condena. Sin duda, que él tiene clara la verdad que le permite decidir quién puede ser católico, quien puede comulgar y quien se salvará (atribución que el catecismo que aprendí en el colegio, decía que pertenecía únicamente a Dios).

A mayor abundamiento, el cardenal pertenece a la Iglesia Católica Apostólica Romana que tiene su origen en el Mensaje de Jesús, que ha llegado a nosotros, a través de los Evangelios.

Y los Evangelios nos indican que Jesús se mezcló con todo tipo de gente. No puso condición alguna a quien quiso acercarse. Pordioseros, leprosos, prostitutas, no importaba, no rechazó a nadie.

¿Dónde están los que te condenaban? Yo tampoco te condeno. Vete y no sigas pecando, le dijo a la mujer adúltera, según nos cuenta San Juan, en su Evangelio.

¿En cuál momento de la historia se olvidaron estas enseñanzas, como para que un Cardenal católico, hoy, decida sobre el bien o el mal de todo lo que hacemos y, además, nos juzgue?

Tema complejo. Es muy fácil, también, caer en descalificaciones, tratando de analizar los dichos de este sacerdote.


Así que démosle a Monseñor Medina, Príncipe de la Iglesia, el beneficio de la duda y pensemos que existe la posibilidad que sea solidario con los Bienaventurados que tienen hambre y sed de justicia o que pueda expresar, según el Evangelio de Lucas, su solidaridad con los pordioseros que recogen las migajas que caen de la mesa del rico…

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