Flojos, sinvergüenzas, corruptos, ladrones son calificativos
que se le escuchan a muchos electores, refiriéndose a todos los políticos que
ocupan algún cargo de representación popular o de confianza en el gobierno.
Y caen dentro de esta definición, sin excepción, los políticos
comprendidos entre la UDI y el más izquierdista de los partidos. No se escapa
nadie.
En las redes sociales circulan, de tanto en tanto, mensajes
llamando a cortar remuneraciones y prebendas que tienen los parlamentarios.
Aunque, para dar más fuerza a las palabras, caen en inexactitudes, por
ignorancia o porque los textos son copiados de otros países. Específicamente, se
dice que los parlamentarios, cuando terminan su período, se van gozando de
jubilaciones. Esto es totalmente falso. No existe como posibilidad. Cuando un
senador o diputado deja el Congreso, cobra solamente los 11 días de marzo y
punto. No se lleva peso alguno por otro concepto.
Esto también es escuchado en programas de radio. Curiosamente,
en emisoras cuya orientación política es de derecha, donde juzgan y
descalifican toda la actividad, olvidándose, dentro de su interés en dejarla
por el suelo, que también existen parlamentarios de esa tendencia. Pero,
pareciera que no les importa, lo importante es denostarla. Porque, quienes lo
hacen, deben suponer que serían los principales perjudicados si aumenta la
cantidad de votos emitidos. No es simple casualidad. La intención es real. Con
esto se busca desalentar la participación de los electores. Que más gente se
quede en sus casas en vez de ir a votar.
Tengan o no razón, una baja participación contribuye a que la
política siga manteniendo los vicios que, todos los que alegan, le atribuyen.
Para mejorar la situación, entonces, no debemos quedarnos en
nuestras casas, viendo como la historia pasa frente a nuestra puerta y no se
detiene. Por el contrario, debemos salir a buscarla y formar parte de ella.
¿Cómo? Yendo a sufragar.
puede asegurar si los resultados que se obtienen con el 50% de
los electores, se mantendrán si vota el 80 u 85%. Existe una alta probabilidad
que este mayor porcentaje de sufragios, cambie radicalmente la situación. 30%
más de votantes implica 4 millones más de electores. Los resultados serían
impredecibles.
Entonces, si no queremos en esta actividad a quienes sólo
buscan su propio beneficio y queremos, además, tener la certeza que quienes nos
representen en el parlamento, los motive una verdadera vocación de servicio
público, podemos hacerlo, apoyándolos a través de nuestro voto.
Quedarnos en la casa y abstenernos frente a la elección, nos
hace cómplices pasivos de la situación que tanto hemos criticado y obliga al
país a seguir soportándola.
Así que el domingo 19, sacudámonos la modorra y vayamos a
sufragar, no nos mantengamos al margen. Tengamos claro que, si no vamos,
también existen postulantes, de aquellos que no nos gustan, a estos cargos, que
se ven favorecidos con nuestra abstención.
En una de esas, el candidato que marquemos, sale elegido…
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