domingo, 5 de agosto de 2018

Lesa Humanidad y Libertad Condicional


Los crímenes de lesa humanidad no prescriben. Las heridas que estos crímenes dejaron en los familiares de las víctimas, no cicatrizan.

Tal vez, por esta causa es que la decisión de la Corte Suprema, de permitir la libertad condicional de detenidos en Punta peuco, ha causado tanto revuelo. En estricto rigor, el argumento que da la Corte Suprema para otorgar estos beneficios, se debe a que, en cuerpo legal alguno, se indica que, a los condenados por delitos de lesa humanidad, no se les deben otorgar.

A los familiares de las víctimas, debe provocarles un gran escozor, ver que pueden salir de sus cautiverios, ex uniformados que no tuvieron conmiseración alguna, cuando se trató de ajusticiar a los detenidos. Incluso, saldrían con libertad condicional, algunos oficiales en retiro, que participaron en la macabra operación “retiro de televisores”.

No es difícil empatizar con los familiares de las víctimas. Sin embargo, vivimos en una sociedad democrática, que ha tratado de limpiarse de las lacras heredadas de la dictadura. Detener, juzgar dando derecho a un juicio justo y con plena defensa, para, posteriormente, dictar sentencia, es un tema de justicia, ejercido por uno de los tres poderes del estado.

Se dice que los victimarios no tuvieron tanta consideración con sus víctimas. Es altamente probable que así haya sido y qué, por eso, no se les debería otorgar libertad condicional. Desde la perspectiva del familiar de una de las víctimas, el tema pareciera correcto.

Pero, si no está indicado lo contrario, expresamente, en algún cuerpo legal, es poco lo que se puede hacer. Y, en este punto, debemos tener absolutamente claro que siempre debe tratarse de justicia y no venganza.

Diferencia que cuesta tener clara. Sin duda, es una línea muy delgada.

Gendarmería emitió un informe hace algunos años, indicando que estos reclusos, no mostraban arrepentimiento por los actos que fueron condenados.

Escuchándoles declaraciones a algunos detenidos, a algunos ex compañeros de armas de los detenidos e, incluso, a civiles que apoyaron irrestrictamente a la dictadura, es dable entender porque no muestran indicios de arrepentimiento.

La norma en estas declaraciones, es que ellos salvaron, sin lugar a dudas, a Chile de la dictadura comunista a la cual nos arrastraba el gobierno de Salvador Allende.

Posteriormente, debieron luchar contra el enemigo que pretendía derrocar al gobierno de las Fuerza Armadas, para poder reemplazarlo por un gobierno controlado desde Moscú. Todo esto, porque el comunismo internacional, no le perdonaba al General Pinochet que derrocara al gobierno de la Unidad Popular.

Desde esta perspectiva, la situación se ve tan clara, no sólo no hay de que arrepentirse, sino que nadie siquiera, debería haber sido encarcelado. Por el contrario, todos los chilenos deberíamos agradecer este tremendo esfuerzo que significó mantener a nuestro país, lejos de la órbita soviética. Difícil, entonces, encontrar gente más patriota que estos soldados que nos defendieron.

Pero si lo vemos desde el otro lado, estos ex uniformados, que hoy están condenados, formaron parte de la policía secreta de la dictadura, o de los organismos de seguridad del gobierno militar.

Y lo que se colige, en todas las dictaduras, que se pueden estudiar, a través de la historia moderna, es que estos funcionarios, a fin de cuentas y en pocas palabras, realizan el trabajo sucio que el dictador necesita, para mantenerse en el poder.

Mientras la dictadura se mantiene, los agentes están sobre el bien y el mal, tienen derechos sobre la vida y la muerte del resto de sus compatriotas y son el arma más confiable que dictador dispone, para mantener la calma interna.

El problema para estos funcionarios, surge cuando el régimen se ve en problemas.

Cuando llega la hora que el dictador fallece, es derrocado y debe arrancar, nunca, absolutamente nunca, se acuerda de sus agentes secretos, de los encargados del orden interno, a punta de crímenes, de su régimen. Casos como este, se pueden ver en la historia mundial: la Savak del Sha de Irán, la Stasi, en la RDA, los Tonton Macoutes de Chevalier, las SS en la Alemania Nazi y podemos seguir en una, desgraciadamente, muy larga lista.

A mayor abundamiento, recordemos que aquí, en Chile, todos estos oficiales y suboficiales, han ido cayendo detenidos, cada uno librado a su suerte, mientras que su jefe superior, falleció tranquilamente, en su cama. 

Lógicamente, entonces, que ninguno de los condenados por estos crímenes de Lesa Humanidad, nunca podrá mostrar arrepentimiento. Hacerlo, implica forzosamente, reconocer que asesinaron, no por la grandeza de Chile, sino por hacer el trabajo sucio, necesario, para que Pinochet siguiera en el poder, beneficiándose con todos estos crímenes de lesa humanidad.

En definitiva, la Corte Suprema sentó doctrina y seguirá, probablemente, ejerciendo sus atribuciones , otorgando otras libertades condicionales a quienes cumplan con los requisitos legales.

Y quienes sufrimos, de una u otra manera, la represión de estos organismos de seguridad de la dictadura, ya lo dijimos más arriba, no podemos perder de vista que se trata de justicia y no de venganza.

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