Las contradicciones que mostraron, entre sí, las
distintas versiones sobre la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca,
generaron las crisis que explotó con la petición de renuncia del Presidente
Piñera al General Director Hermes Soto.
Recién ocurrido el fallecimiento del comunero,
viajaron a La Araucanía, un general y un abogado de la institución, según se
dijo, para reunirse con los sargentos y suboficiales involucrados y ponerse de
acuerdo, para presentar una sola relación de hechos.
Posteriormente a esta
entrevista, el general fue acogido a retiro y el abogado, despedido de
Carabineros.
Los hechos que fueron revelándose posteriormente,
sobre todo la aparición del video donde aparece el momento del disparo que
recibió Catrillanca, dan la razón por estas dos bajas, pero no aclaran el
problema.
No se ha aclarado si, cuando el General y el
abogado viajaron a la Araucanía para concordar las declaraciones, lo hicieron
motu proprio o recibieron órdenes superiores.
Si lo hicieron por su cuenta, el tema se aclara
sólo. Pero, si recibieron órdenes, no hay cómo saber de dónde vinieron. El tema
se complica, porque, en este caso, habría que determinar quiénes deliberaron
para tomar la decisión de ir a decirles qué declarar.
No resulta fácil aceptar que el General y el
abogado, tampoco se enteraron de la existencia que un suboficial llevaba en su
brazo, una cámara personal donde todo había quedado grabado.
Esto último es tan grave como pensar qué,
efectivamente, se enteraron y no se informó a la prensa, ni a sus superiores.
Porque si los superiores fueron informados, y ellos
no dieron la noticia, digamos entonces, que el mando de Hermes Soto estaba,
francamente, muy debilitado.
Habla muy mal de la institución, si el abogado del
suboficial Patricio Sepúlveda, entregó el video, que su defendido grabó en el
sitio de suceso, a Fiscalía con la intención, según algunos análisis, de lograr
que dicha colaboración pueda ayudar a su defendido al momento de las condenas.
No queda claro si el recién designado General Director,
Mario Rozas, que fue edecán de Piñera en su primer mandato, tendrá dentro de
sus urgencias, aclarar todos los puntos que han quedado oscuros, en todo este
problema. O podrá ser la fiscalía, quien los aclare cuando los sargentos y
suboficiales sean llevados a juicio.
De otra forma, quedará siempre la duda.
Y así, Hermes Soto tuvo que irse de manera
intempestiva, al igual que el General César Mendoza, en 1985.
Soto por Catrillanca, por los degollados Mendoza.
Como diría Juan Ruiz de Alarcón, los muertos que
vos matasteis, gozan de buena salud…
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