La dinastía Castro, empezó con Fidel tomando el poder, luego
que sus tropas entraron victoriosas a La Habana. Gobernó hasta el 2008, cuando
en un acto unilateral, se lo entregó a su hermano Raúl, quien gobierna hasta
hoy.
Durante el siglo XX, hubo otro caso de traspaso de poder,
entre hermanos. Se trató de Eduardo VIII, Rey del Reino Unido, que abdicó, para
irse tras Wallis Simpson, en favor de su hermano, Jorge VI, padre de la actual
Reina Isabel II.
En Latinoamérica, tenemos casos de traspaso del poder, pero
entre padre e hijo. Anastasio “Tacho” Somoza, le entregó el poder a su hijo,
“Tachito”, en Nicaragua, quien fue, posteriormente, derrocado por las fuerzas
sandinistas, refugiándose en Asunción, Paraguay, donde murió en un atentado.
Maurice Chevalier, “Papá Doc”, en Haití, le entregó el poder a su hijo “Baby
Doc”, quien, a su vez, fue derrocado por el pueblo haitiano, refugiándose en
París, con más suerte que su colega, “Tachito”.
No soy experto en marxismo. Cursé un par de ramos en mis
tiempos de universitario, pero no he encontrado, ni recuerdo, alguna cita de
Carlos Marx, defendiendo o justificando un tipo de gobierno para un país que
soporte una revolución socialista, como el de los Castro.
Luego, todo lo que Fidel y Raúl puedan hablar de revolución
socialista para Cuba, es sólo la cáscara de un régimen que ha censurado
cualquier intento por establecer, políticamente, fuerzas opositoras a la
familia, en la isla caribeña. Y mantener así, el control del poder político y
la sobrevivencia de su dinastía, lejos de cualquier precepto del socialismo que
dijeron defender, ni de la doctrina marxista.
No hay mucho más que darle vuelta al tema. Esta dictadura, en
términos de derechos humanos, no se diferencia de otras, tales como Franco,
Oliveira Salazar o la autóctona, por nombrar sólo de derecha. Resumió toda la
admiración y envidia de Chávez y de otros gobernantes latinoamericanos de
izquierda, probablemente, por el manejo necesario para mantenerse en el poder
todo el tiempo que llevan.
Por eso, cuesta entender la posición de algunos dirigentes de
la izquierda chilena, que se jugaron la opción del NO, contra Pinochet, en
octubre de 1988, y ahora alaban a Fidel Castro, que nunca planteó, siquiera, la
posibilidad de exponer su poder político, en una elección libre y democrática,
del pueblo cubano. O sea, lo que se le exigió y se le ganó a Pinochet, no se
exige para Cuba. Olvidan estos dirigentes, además, la represión sistemática que
el régimen caribeño ha mantenido sobre la isla, desde que asumió.
También, cuesta entender la posición de algunos políticos de
derecha, que hablan contra el dictador Fidel Castro, asignándole algunos
adjetivos calificativos de muy grueso calibre y lo juzgan sin piedad alguna.
Pero estos mismos dirigentes, callan cuando se trata de hablar sobre las
violaciones de derechos humanos de Pinochet.
A fin de cuentas, nadie era indiferente fa esta figura.
Despertaba profundas simpatías y profundas antipatías. Sin duda que todos los
que escriban sobre el siglo XX, tendrán que dedicarle muchas líneas, capítulos,
citas, opiniones y comentarios.
Fidel, con su muerte, entró en la historia. Pero, habría que
preguntarse si, efectivamente, esta lo absolverá…
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