El parte que sacó
la Municipalidad de la Condes, por un piropo callejero, puede traer
insospechadas consecuencias llevado in extremis.
Si Neruda
escribiera hoy en día, “me gustas cuando callas, porque estás como ausente”
podría ser acusado por tratar de denigrar a la mujer, impidiéndole expresar sus
opiniones.
Peor llegaría a
ser su situación, si declamara los versos iniciales de Farewell: “Desde el
fondo de ti, y arrodillado, un niño triste, como yo, nos mira”. No faltaría
quien dijera que está limitando a la mujer solo al plano maternal.
“…hoy la he visto…
la he visto y me ha mirado…” escribía Gustavo Adolfo Bécquer, en una de sus
rimas. ¿En qué se topa para tildarlo de voyerista?
“Y qué yo me la
llevé al río, creyendo que era mozuela, pero tenía marido…” contaba Federico
García Lorca. ¿Cuántas cosas se le dirían hoy, ante tal confesión?
Y a Buddy Richard,
que cantaba que “estaba frente a una profesional de la mentira”, los denuestos
que caerían sobre él, serían de antología, por tratar de esa manera a una
mujer.
Sátiro sería lo
menos que le dirían a Gardel, cuando cantaba “acaricia mi ensueño, el suave
murmullo de tu suspirar…”, en El Día que me quieras, canción grabada en 1929, y
que ha sido reinterpretada, por tanto y tantos cantantes.
Y si mantenemos la
proporción, Arjona debería poco menos que ir a la cárcel, cuando le dice a una
pareja que lo había dejado, que “has hecho el amor más veces que mi abuela y
aún no sales de la escuela…”. Y no bastándole, en la misma canción, le dice que
su “reputación, son las 6 primeras letras de esa palabra…”. De lo peor, sin
duda.
Cuesta entender
como Salvatore Adamo, se atreve a entrar a Chile, después de cantar que “ella
anda del brazo de cualquiera…” y proclama a los 4 vientos, “Y mis manos en tu
cintura…”. No sólo las tilda de lo peor, sino, además, les gusta tocarlas.
Años atrás, en un
verano, Ricardo Cocciante, cantaba, en la Quinta Vergara, “…Ahora desnúdate,
sabes hacerlo bien…”. ¿Qué intenciones podríamos asumirle a este artista,
después de estas palabras?
También mencionemos
ese antiguo tango que dice “cuando por la calle la veo tan vieja, doy vuelta la
cara y me pongo a llorar”. Como si ella fuera la única que ha envejecido. O ese
otro, que proclama: “no me has dejado, ni el pucho en la oreja, de aquel pasado
malevo y feroz, ya no me falta para completar, más que ir a misa e hincarme a
rezar…”. Qué manera de definirla como manipuladora.
Algo debemos estar
perdiendo, en la cotidianeidad, del trato entre hombres y mujeres. Ese viejo
slogan francés de “Vivre la différence”, parece estar siendo dejado atrás.
Así las cosas,
entonces, debemos tener cuidado. Puede darse el caso que, un hombre,
parafraseando a Bécquer, le diga, en un momento de romanticismo, a la pareja: “poesía eres tú…”, pero, si ella llega a malinterpretarlo, terminará pagando
multa…
O tempos, o mores…
1 comentario:
Notable Max
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