La conducta de Sergio Jadue, en todo el problema de recibir
dineros mal habidos, se ha transformado en un Maracanazo, equivalente al de Roberto
Rojas, en septiembre de 1989, jugando por la selección chilena.
Jadue también hizo jugadas, emitió declaraciones y entregó
antecedentes sabiendo que mentía. Y, al igual de lo ocurrido con el Cóndor
Rojas, hubo gente que, en un primer momento, le creyó. No mucha, pero más de
alguien.
Desgraciadamente para ellos, la olla terminó por destaparse,
la verdad salió a flote y todos nos sentimos engañados. En ambos casos, el gran
perjudicado fue el fútbol de nuestro país.
Jadue, al igual que Rojas, tampoco actuó solo. Fue puesto
como presidente de la ANFP por quienes no querían que Harold Mayne-Nichols se
reeligiera. Este grupo estaba formado por empresarios, del mismo color político y, además, ninguno
provenía del mundo del fútbol. Llegaron a esta actividad, producto de las
posibilidades de inversión que abrieron las sociedades anónimas deportivas,
buscando optimizar el valor de sus acciones. No podían, por ende, permitir que
el expresidente cometiera la herejía de repartir, los excedentes del CDF, a
todos los clubes por igual.
Al igual que Rojas y todos los jugadores de la selección,
esa noche de septiembre, se fueron al camarín. Jadue, y todos los que lo
apoyaron, también deberían irse al camarín y quedarse ahí, no volver a la ANFP.
Es el momento para que las ventanas de las oficinas de
Quilín se abran de par en par y entre aire fresco, se renueven caras, se
mejoren procedimientos y aparezcan controles. Controles así como los de Estadio Seguro, con
entradas nominativas, chequeando el carnet de identidad y revisando las maletas
de los autos…
Un comentario para cerrar el tema:
A nivel directivo, los arreglos llegan a tal punto, que es
posible pensar que esto mismo llega al nivel de la cancha. ¿Cómo asegurar la
transparencia deportiva de un partido, si los dirigentes se han puesto de
acuerdo en tantas cosas irregulares, que perfectamente, una de ellas, pueden
ser los árbitros?
Esperemos que con el fútbol chileno, no suceda lo mismo que
con la lucha libre norteamericana que vemos en la tele. Una gran puesta en
escena, mucha publicidad, luces, comentaristas, público, estadios llenos, grandes luchadores,
pero todo es un tongo.
No es una buena señal que los dirigentes ocupen más espacio,
en la prensa, en la TV, en la radio, que los jugadores…
Todo un Maracanazo directivo…
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