domingo, 27 de septiembre de 2015

Salida soberana



Recuerdo en plena crisis de 1978, por las islas del Canal Beagle, con Argentina, yo pensaba que la soberanía sobre aquellas 3 islas, no valía la vida de ningún chileno. Me significó más de alguna discusión, pero también encontré, sorprendido, apoyos que nunca imaginé.

Hoy, a propósito del fallo de La Haya, en relación con el interés boliviano en tener salida al mar, mi planteamiento no ha cambiado. He visto en las redes sociales, recuerdos sobre la declaración de guerra entre nuestros dos países, en 1879. Y en la prensa, he leído con asombro, flamígeras declaraciones de algunas personas, que con tal de aparecer en un diario, a página completa, dicen las barbaridades necesarias para que las publiquen.

Tengo claro que los tratados son para respetarlos. No se puede alegar, a posteriori, que no tienen validez. Pero, también debemos tener claro que la tierra es una sola y todos debemos vivir en ella de la mejor manera posible. Y las posiciones extremas o inflexibles no sirven de mucho, como no sea para echarse, gratuitamente, enemigos encima.

Siempre me he sentido orgulloso de la historia de nuestro país. Pero la historia sirve para contarla, recordarla o celebrarla. Pero no para vivir de ella. Un par de veces, compatriotas partieron al norte a reivindicar posiciones. Como dice el himno, volvieron no todos los que partieron faltaron aquellos que murieron. 

De esto hace más de 130 años. No podemos pretender que las circunstancias que motivaron estas gestas, se mantengan inalterables. Y aceptar estos cambios no es faltarle el respeto a quienes quedaron enterrados en el desierto o en la sierra peruana.

Así entonces, ya adentrados década y media en el siglo XXI, más que pensar con criterio decimonónico, deberíamos mirar hacia adelante. Y, en este sentido, Europa es un muy buen ejemplo. 

Hace 70 años, ese continente, destruido, terminaba la peor guerra que ha soportado la humanidad. Lograda la paz, se reconstruyó, limó asperezas, descartó caudillismos, superó desconfianzas y hoy tienen una comunidad económica, incluso con la misma moneda.

¿Faltará mucho para que en Latinoamérica, donde compartimos orígenes étnicos, culturales, religiosos, podamos llegar a algo parecido?

En ese momento, la salida soberana al mar ya no tendría sentido. Mientras, la alternativa de dialogar no puede descartarse…

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